Las lenguas no sólo se "emplean", no son sólo valores de comunicación, expresión personal o uso colectivo: contienen la experiencia de los pueblos y nos la transmiten, pero sólo en la medida en que estemos dispuestos a reconocer su capacidad de poder hablarnos. La expresión "usar la lengua" reduce la lengua a un instrumento, cuando vastamente nos trasciende. Como dice Guillermo Boido: "La poesía es el intento de preguntarle a las palabras qué somos. Como los sueños, ellas saben mucho de nosotros". Si la palabra sabe más de nosotros que nosotros mismos es porque viene de una tradición de experiencia humana que nos supera en el tiempo y en el espacio. Las palabras que hoy día pronunciamos son sobrevivientes de catástrofes históricas donde el latín pereció, pero estas palabras nos preceden, nos presencian y se prolongarán mucho más allá de nosotros en el tiempo: podríamos decir que en cierta medida somos sus vehículos; no su fuente misma y mucho menos sus propietarios". Palabras de Ivonne Bordelois en La Palabra Amenazada.
Cuánto estamos perdiendo por no escucharlas, por no escucharlos, por no escucharnos.